Los padres que optan por una crianza respetuosa controlan más sus emociones y utilizan la empatía como base de la educación a sus hijos. Como su nombre indica, se trata de educar desde el respeto.
Ante todo, mucha calma. En el trabajo, en un aeropuerto o incluso en la fila de banco, te encontrarás en situaciones en las que perder los nervios con los niños sería la opción más fácil. Sin embargo, todos los individuos tenemos a nuestra alcance una serie de técnicas que nos ayudan a mantener la tranquilidad y la calma: escuchar la propia respiración, reír, tragar saliva, tomar una gran bocanada de aire, apretar las manos, etc. Si en la oficina tenemos paciencia con nuestro jefe, ¿por qué no hacemos lo mismo con nuestros hijos? Mantener los nervios a raya nos ayudará a enfrentarnos a cualquier dilema con nuestro hijo de una forma mucho más positiva.
Ponte en su lugar. Como decíamos, la empatía es fundamental en la crianza respetuosa. Para ello, deberás tratar de entender a tu hijo en todo momento, ponerte en su lugar. Esto es más fácil cuando empiezas a hacerlo desde el momento de su nacimiento.
Apuesta por el Sí. No se trata de decir que Sí siempre, pero tendrás que tener una actitud positiva respecto a la curiosidad de tu hijo. Muchos padres responden con una negativa siempre que su hijo hace o les pide algo. Pero hay que recordar que la imaginación y la curiosidad son esenciales en el desarrollo de un niño. Obviamente, habrá cosas a las que deberás negarte con toda seguridad. Sin embargo, es recomendable que a cada negativa le siga o le preceda una buena explicación de tu decisión, adaptada a la edad y capacidades de cada niño.
Busca la solución más justa. Además, en la crianza respetuosa, siempre debe buscarse una respuesta que haga felices a todos o que sea la más justa para todo el mundo. En la solución a cada conflicto todo el mundo debe salir ganador. En este sentido, tanto los padres como los hijos deberán esforzarse siempre en ceder en algún aspecto de la disputa.